Operación Palace o una reflexión anticonspiranoica

Para empezar, me quedo con el artículo de Mariola Cubells Operación Palace: Évole sin miedo:

¿Qué hizo anoche Évole? Arriesgarse, innovar, usar la tele para bien, vapulear mentes aletargadas [...] provocar un debate necesario con nuevas maneras de hacer televisión. Hacernos pensar, hacernos rabiar, convulsionarnos, matar el aburrimiento [...]

Documental "Operación Palace"

Aunque Jordi Évole se inspirara en el documental-ficción Operación Luna, ya La Sexta había rodado Viva la República, una ucronía sobre el rumbo que podría haber tomado la historia de España si el bando republicano hubiera ganado la Guerra Civil. En esa ocasión no se organizó tanto revuelo como el que ha copado las redes sociales con la emisión de Operación Palace, aunque unas cuantas críticas y burlas sí que hubo.
 Documental "Operación Luna"

 Documental "Viva la República"

Y es al respecto de estas críticas que añado una reflexión más a las que me ha suscitado el documental sobre el 23-F. Me parece un terrible error calificar de "engaño" un ejercicio periodístico como éste. Estamos hartos que los políticos de turno mientan y "nos la metan doblada" y, en nuestra indignación, metemos en el mismo saco a otros gremios que nada tienen que ver con las promesas y los programas de los gobernantes. ¿Desde cuando recrear una ficción ha pasado de ser un género literario a un intento de embaucar y engañar a la población? ¿Por qué un periodista no puede hacer uso de este género como lo hace un escritor en una novela histórica?

Yo no compararía el documental Operación Palace con la adaptación que hizo para la radio Orson Welles de La guerra de los mundos en 1938. El documental, al fin y al cabo, se basa en hechos reales del pasado que se consideran bajo un punto de vista ficticio pero con cierta dosis de verosimilitud, algo bien distinto a horrorizar a la población de Nueva York con una invasión extraterrestre.

Orson Welles
Un comentario de Twitter retrotrae la polémica de este documental a la que levantó, en su momento, el film de Roberto Benigni La vida es bella, donde voces críticas similares se alzaron contra el uso del Holocausto para que una comedia hiciera caja. En mi modesta opinión, tanto película como documental merecen mi aprobación porque ambos poseen una cualidad poco frecuente: entretener a la vez que educar.


Cartel del film "La vida es bella"

Otro comentario de Twitter insiste en que Évole se equivoca si piensa que no sabemos reflexionar solitos. Pues la verdad es que hay muchos ciudadanos que no saben (o no se molestan) en reflexionar solitos. Y me refiero, por ejemplo, a esos padres "responsables" que se niegan a vacunar a sus hijos porque "han oído" que las vacunas provocan autismo. O a los "conspiranoicos" que insisten en que el viaje a la Luna fue una farsa, o que las estelas de condensación de los aviones son fumigaciones tóxicas (chemtrails) destinadas a controlar la natalidad, a propagar enfermedades o a causarnos mutaciones genéticas. O a los que compran productos cosméticos por un ojo de la cara que les prometen la activación de "los genes de juventud", pero les escandaliza que haya en el mercado tomates "transgénicos".

Para terminar, me quedo con el post de Juan Luis Sánchez A lo mejor "Operación Palace" no va del 23-F, y estoy absolutamente de acuerdo. Es posible que el fallido Golpe de Estado de 1981 sirva sólo de trama para abrir debate sobre otros asuntos: sobre saber ser críticos, en lugar de confundir ficción con engaño, mientras pasamos de puntillas junto a otras irracionalidades e incoherencias que sí necesitarían nuestra enérgica protesta. En definitiva, un toque de atención desde el mundo del periodismo hacia un deber de toda sociedad educada, racional y madura: saber tamizar la información para distinguir la veracidad de la charlatanería.

¡Olé por Évole, por su equipo y por todos los participantes en este documental!

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